A punto de cumplirse el octogésimo octavo aniversario del denominado Alzamiento Nacional allá por las fechas canario africanas del 17 de julio de 1936, vienen a mí mente una serie de consideraciones sobre el abuso y la manipulación de aquella realidad histórica de nuestro querido país. En realidad se trató de uno más de los tantos pronunciamientos militares que a lo largo de la historia de España se han venido fraguando y dando. La manipulación historiográfica tanto de derechas como de izquierdas ha sido clara y evidente; tengamos en cuenta que como expongo anteriormente el conocido como Movimiento de salvación o Alzamiento militar no dejo de ser y representar una más de las típicas asonadas o pronunciamientos castrenses.

     Otro de los famosos errores historiográficos fue trasladar la fecha al mencionado 18 de julio y no al 17 de julio, día anterior en que sí se produjeron los movimientos iniciales del pronunciamiento militar allá en las tierras africanas del denominado como Protectorado Español de Marruecos, nuestro particular e hispano “alea iacta est” del ejército africano, el famoso paso del Rubicón del César hispano a lomos del no menos famoso De Havilland 89 Dragon Rapide que tuvo lugar como digo el viernes 17 de julio y no el 18, tal como estaría programado por la conspiración castrense.

     Que el Gobierno de la República no le diera la importancia que tenía al pronunciamiento militar es claro, evidente y muy patente. Que sumido como estaba en el desborde que padecía por aquellos entonces dicho Gobierno con el desgobierno que sí regía al Estado español, el estado de violencia generado esencialmente por las izquierdas españolas, inclúyase en ellas el preponderante papel de socialistas y anarquistas, empeñados en establecer una república marxista al estilo de la triunfante e imperante en la Unión Soviética de Stalin. A pesar del revisionismo político que constantemente ha sido sometida nuestra reciente historia es evidente que el fracaso de la II República fue motivado por la intervención de la Izquierda española en general, con un mayor papel revolucionario sobre todo del Partido Socialista Obrero Español. Aquí es de ley reconocer que el partido Comunista Español, así como lo fue el de la Falange Española fue muy minoritario y hasta testimonial, si es que no lo queremos, como en justicia sería, calificarlo de extraparlamentario.

     Las profundas raíces que llevaron a la caída primero de la monarquía y posteriormente de la propia república, debemos y tenemos que establecerlas en las ínfulas revolucionarias de los socialistas españoles, recordemos la frase del Lenin español el famoso y muy “democrático” socialista perseguidor de la imposición de una tiranía a modo de la vigente en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas “Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo preferimos la anarquía y el caos”, dixit nuestro particular Lenin.

      Primero aprovechando junto a los  anarquistas las consecuencias de las pérdidas coloniales y sobre todo del desastre de Anual allá por el 1921 contra la monarquía; segundo causando el clima de violencia extrema en la sociedad española durante el periodo convulso de la recién establecida II República luchando por la supresión revolucionaria de los efectos democráticos de las urnas que dieron mayoritariamente, y con más frecuencia de lo que los socialistas deseaban, a gobiernos conservadores o liberales, ya que por aquellos tiempos el término y concepto de la derecha no existía.

    Aquellos polvos revolucionarios nos trajeron esos lodos militares. Además del caos violento originado por las izquierdas revolucionarias fomentado y llevado a término con la violencia terrorista revolucionaria de las anarquistas Confederación Nacional del Trabajo y Federación Anarquista Ibérica y de los socialistas y comunistas del Partido Socialista Obrero Español y del Partido Comunista de España.

      Mienten y manipulan los que tratan de camuflar sus ardores revolucionarios como actos de los conservadores y liberales españoles, acaso las violentas convulsiones de la insurrección anarquista de 1933, la revolución socialista de 1934 así como las pretensiones independentistas del nacionalismo catalán de 1934 siempre dispuesto a pescar en río revuelto no lo fueron contra gobiernos legales de la II República.

    La verdad es que todo este ambiente de lucha y revolución lo fue contra el gobierno legalmente establecido de la II Republica y no fomentado por otros que no fueran las organizaciones marxistas españolas.

    Que la II República cayó por obra y gracia de los revolucionarios de la izquierda nacional, pese a todos los intentos del revisionismo histórico en su faceta más peyorativa para intentar cambiar el paradigma historiográfico en beneficio del uso político y partidista de la historia, es de una evidencia palmaria tal, pese a los intentos manipuladores de la actual izquierda en beneficio propio, que no deja de asombrar la desfachatez con la que nos mienten.

     Revisionismo o revanchismo, aquí sí que es palmario el arte con el que los socialistas españoles han conseguido y logrado dar la vuelta a la historia, como digo a beneficio de inventario propio, apareciendo como victimas cuando en realidad fueron los verdaderos verdugos de la II República.

    Simplemente recordemos algunas de las palabras de nuestro particular Lenin nacional Francisco Largo Caballero: “Hay que apoderarse del poder político; pero la revolución se hace violentamente luchando y no con discursos”.

  Lo dicho, aquellos polvos nos trajeron esos lodos y lo que no debemos perder de vista a punto de alcanzar el octogésimo octavo aniversario por mor de estas ansias de tomar el poder, tuvimos que padecer, aquellas revoluciones, aquel golpe de Estado y la consecuencia derivada de una dictadura de 40 años.