(continuación)
Iniciado el acto con los tres oradores recibidos con “una ovación cerrada, que duro varios minutos. El público, puesto en pie, con los brazos tendidos, haciendo el saludo romano, aplaudía con frenesí, coreando con entusiasmo clamoroso los diversos vivas que desde distintas partes de teatro partían: “¡Viva España! ¡Viva la Patria! ¡Muera la canalla marxista! ¡Vivan los hombres valientes[1]”.
Tras breve presentación efectuada por la presidencia del Acto, recaída en Narciso Martínez Cabezas quien supo recoger con acertada frase, “la vejez dejando paso a la juventud1”, el sentido del transcendente y gran movimiento que se estaba iniciando se dio paso a la intervención de los oradores.
A la brillante intervención de García-Valdecasas le siguió, ocupando el segundo lugar de los intervinientes, el discurso pronunciado por el popular aviador Julio Ruiz de Alda Miqueleiz (Estella, 7 octubre 1897 – Madrid, 23 agosto 1936)
Militar y aviador que recibió la consideración de ser uno de los pioneros de la aviación en España, alcanzando gran popularidad por compartir el famoso vuelo del Plus Ultra[2] en 1926 junto al comandante Ramón Franco Bahamonde[3] (Ferrol, 2 febrero 1896 – Mallorca[4], 28 octubre 1938)
Atraído inicialmente por la ideología fascista, fundo junto a José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia y Rafael Sánchez Mazas el Movimiento Español Sindicalista para posteriormente tras formar parte del trio de oradores del Teatro de la Comedia de Madrid intervenir en la fundación de Falange Española junto a Primo de Rivera, Sánchez Mazas y García Valdecasas. Manteniendo muy buena relación con Ramiro Ledesma Ramos, se piensa que tal relación sería uno de los factores de la posterior unión entre Falange Española y las Juntas de Ofensivas Nacional Sindicalista llegando a formar parte del primer triunvirato de Mando del movimiento fusionado junto a Primo de Rivera y Ledesma.
Detenido el 14 de marzo de 1936 como consecuencia de la represión gubernativa desatada por el gobierno del Frente Popular fue recluido en la Cárcel Modelo de Madrid hasta que el 22 de agosto del mismo año, tras la toma a la fuerza del recinto carcelario por milicianos anarquistas formo parte de un grupo de unas 30 personas pasadas por las armas en el patio de la cárcel en la conocida como matanza de la Cárcel Modelo[5]
Volviendo al Acto de afirmación españolista, Julio Ruiz de Alda ocupó la segunda plaza en el orden de los oradores intervinientes.
A continuación, trascribimos el texto publicado en el diario La Nación en su edición del día 30 de octubre[6].
El error de los partidos políticos
Por primera vez voy a hablar en un acto público. No tengo facilidad de palabra; no soy orador. La única justificación que puedo tener para dirigirme a vosotros es que lo que voy a decir lo tengo muy metido dentro de mi pensamiento y de mi corazón, y que, además, creo que puede ser útil para emprender un nuevo camino hacia una obra constructiva y optimista.
La primera afirmación que voy a hacer es que la unidad nacional política no se hizo siguiendo bases comunes de todos los distintos pueblos que formaban España. Fines comunes y universales. No se hizo un cambio de mercancías; fue la unión de pueblos pletóricos de vida, que ya nos les bastaban sus fronteras, por su vitalidad.
Ese ideal superior, que unió a los pueblos de España, lo tenemos que crear, lo tenemos que tener o lo tenemos que inventar; pues de una cosa podemos estar seguros los españoles: de que, siguiendo como hasta ahora España se deshace.
Hemos estado viviendo de lo que crearon nuestros padres hace cuatro siglos. Hoy, en que este capital lo tenemos agotado, tenemos que trabajar y luchar para rehacerlo. ¿Cómo? Antes de entrar en la parte constructiva, vamos a hacer un pequeño análisis de la situación actual.
Se votó contra la Monarquía, porque el día 12 de abril la Monarquía representaba el espíritu viejo, representaba todo lo que Primo de Rivera quiso destruir, con el aplauso unánime de la nación. Este fue el error de los partidos monárquicos, que no quisieron, que no supieron, o no pudieron, crear un símbolo que abriese la esperanza a una renovación nacional.
Lo de ahora es una falsificación
Lo que ha venido después. ¿qué ha sido? En pocas palabras se puede decir: una falsificación. Se llamaba y se llama revolucionarios a hombres que tomaron el Poder y no han hecho tal revolución: Toda revolución tiene una justificación de las injusticias y crueldades que comete en la grandeza de ideales, sean éstos o no equivocados. Esta grandeza de ideales obliga, a su vez, a una rigidez de vida y a un espíritu de sacrificio, que no hemos visto entre los hombres que han tomado el Poder en España. El pueblo, con su innato instinto, se dio cuenta del afán y de la prontitud que todos ellos pusieron en coger los beneficios y prejuicios de las clases que ellos antes habían combatido. Basta para ver la pequeñez y mezquindad de esta revolución que al año estaba fracasada por el uso de los enchufes y de los automóviles oficiales.
Pero esto no tiene importancia comparado con esto otro: en vez de ser una revolución nacional ha sido un atraco antinacional, que tiene su base y fundamento en el partido socialista y la Esquerra catalana: ambos partidos son antinacionales. Sólo han gobernado e impuesto su política estos dos partidos; los otros, Acción Republicana y radicales-socialistas, han sido las bambalinas, han estado en el Poder, única y exclusivamente, o por egoísmo o por maldad, y a conciencia o sin saberlo han sido traidores a su Patria y a sus ideales.
El delito de gritar ¡Viva España!
En todos estos años en España se han podido hacer toda clase de propagandas, se ha podido ser comunista, separatista y predicar doctrinas que vayan en contra de todos los decoros morales; pero ha sido un delito de defender una idea española, ha sido delito el gritar ¡Viva España!, han prohibido todo movimiento de fe española. ¿En que se basaban para prohibirlo? ¿En que grandes ideales se forjaban? Única y exclusivamente en su antinacionalismo. Parece que el régimen republicano implantado no tiene más que una misión histórica que cumplir: debilitar el Estado español y precipitar su rotura.
Lo que hay que hacer y que decir
La revolución no se ha hecho, y fatalmente tiene que hacerse. Vamos camino de la anarquía, tendrá que venir una reacción, una revolución que tendrá el carácter de reacción. La hará el proletariado o la haremos nosotros.
Lo primero que tenemos que hacer es cambiar el espíritu de la mayor parte de los españoles; cambiar el concepto de la vida que hoy se tiene. Tenemos que hacer hombres, para que estos hombres puedan crear el nuevo Estado y dar unión y sustancia a la nación. Hay que reaccionar preferentemente contra esta desesperanza que hoy llevan dentro de su alma todos los españoles; hay que inculcar un afán creador; hay que inculcarles optimismo, hasta conseguir el poder establecer la concepción de nuestra personalidad y de nuestra capacidad; hay que tener un concepto de la vida más amplio, que la vida es lucha y combate y solamente la lucha y el combate hacen los hombres. Hay que afrontar esta lucha y este combate con la sonrisa en los labios, lo mismo que en el “sport”; que cada español cumpla su misión; que el ingeniero sea ingeniero, el aviador, aviador, etc., y que defiendan sus actividades, y, sobre todo, sus prerrogativas y jerarquías. Hay que ir al campo, no a decirles que se afilien a un partido más: hay que decirles que la solución de sus problemas está dentro de ellos mismos; que todos los partidos políticos que van a pedir sus votos, aunque se llamen agrarios, aunque digan que propugnan por la defensa de sus intereses, tiene el corazón y la cabeza en la ciudad, y que son los representantes de los Bancos, de los acaparadores, de los intermediarios, que viven a costa de su sudor y a costa de su trabajo.
Hay que decirles a los del campo que su solución está en sus Sindicatos de jornaleros y agricultores, y que esos Sindicatos, unidos y con una idea central y única, será la única manera de que puedan verse libres de todas las trabas que hoy les ahogan, y que, además es la única manera de que pesen en la política española, porque pesarán a través de sus propios Sindicatos; y al pesar en la política española, la darán toda la entereza, todo el vigor y todo el amor que ellos tienen a España, porque ellos son los que labran la tierra y los que la hacen producir.
A los obreros sindicalistas hay que decirles que somos tan sindicalistas como ellos; pero que, en vez de ser destructores, somos creadores de riqueza. Que a las ideas simplistas que ellos mantienen, nosotros les vamos a poner un plan conjunto, un plan ordenado y creador. Tienen que saber los obreros, y se lo tenemos que inculcar, desde el primer día, luchando con ellos o con razonamientos, que el Estado puede exigir la vida a todo español en tiempo de guerra, también proclamamos el principio de que no puede dejarle abandonado en la paz, en la lucha por la vida, sin armas y a merced de poderes superiores.
Llamamiento a la juventud
¡Jóvenes españoles: nos tenemos que lanzar a la reconquista de España; ¡tenemos que volver a conquistarla, para darle la personalidad que hoy no tiene! Siempre que se habla de acrecentar espiritual y materialmente una nación, nuestros enemigos nos echan en cara que somos imperialistas y queremos la guerra. No es verdad. Lo saben ellos mismos. Todo individuo quiere ser fuerte, quiere tener su personalidad característica, no solamente para la lucha por la vida, no solamente para ofender al vecino, sino para propia satisfacción, para poder, en un caso de necesidad ser generosos. Por lo mismo, nosotros tenemos que procurar que España sea fuerte; tenemos que conquistar su personalidad, partiendo de la base de que, como queremos ser útiles a todo el mundo, no es, única y exclusivamente, con fines de guerra.
Ilusión y generosidad
Tenemos una tarea larga y pesada que cumplir. Hay trabajo para todos; todo el que quiera ser soldado y obrero de esta cruzada puede venir a nosotros, que para todos hay sitio. Cada día que pase tenemos que conquistar una meta. Al principio, no será de gran envergadura, serán cosas pequeñas las que consigamos; pero siempre tenemos que ir adelante, y, si así lo hacemos, podemos tener la seguridad de que crearemos una España grande y generosa para todos, y podemos legar a nuestros hijos un país, en que, en vez de la desesperanza, exista la ilusión; en que, en vez del egoísmo, exista la generosidad.
[1] La Nación. Diario de la noche de Madrid del lunes 30 de octubre de 1933, pág. 2
[2] Bajo el nombre de “Plus Ultra” se reconocía al hidroavión perteneciente a la Aeronáutica Militar española (W-12) uniendo por primera vez en vuelo entre España y Sudamérica saliendo del Muelle de la Calzadilla en Palos de la Frontera con destino final en Buenos Aires. Formaba la tripulación el comandante Ramón Franco Bahamonde, el teniente de navío Juan Manuel Durán González, el sargento mecánico Pablo Rada Ustárroz y el propio capitán observador Julio Ruiz de Alda Miqueleiz.
[3] Hermano menor del general Francisco Franco Bahamonde, reconocido por su carácter extrovertido, despreocupado y rebelde llego a sublevarse contra la monarquía bombardeando con proclamas revolucionarias el Palacio Real de Madrid, en 1931 fue iniciado en la masonería en la logia Plus Ultra de París, llegando a participar en política por el Partido Republicano Revolucionario.
[4] El 28 de octubre de 1938 y a los mandos de un hidroavión modelo CANT Z 506 Airone, despegó de la base de hidroaviones de Pollença (Mallorca) parece ser que, como consecuencia del peso, unos 1000 kg en bombas y el mal tiempo provocaron la pérdida del control de la aeronave y como consecuencia de ello la caída al mar, existen divergencias en el destino de la acción militar que unos sitúan en el bombardeo de Barcelona y otro en el de Valencia.
[5] Bajo la excusa de una supuesta fuga de presos como consecuencia del incendio provocado en el interior de la cárcel, la misma fue asaltada y controlada por las milicias anarquistas imponiéndose por la fuerza a las autoridades encargadas del control, procediendo al asesinato de los desarmados presos militares y políticos de signo contrario detenidos.
[6] Existe otra versión editada por la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda de F.E.T. y de las J.O.N.S en Ediciones FE en el año 1939 en la cual se evidencian unas claras modificaciones sobre el texto publicado por La Nación.
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