PRIMERA LÍNEA

Bartomeu C. Moragues Jordà

Los otros del 29 (I)

Alfonso García-Valdecasas, Julio Ruiz de Alda y José Antonio Primo de Rivera

La tendencia generalizada al referirse al Acto de afirmación españolista celebrado el 29 de octubre de 1933 en el madrileño Teatro de la Comedia suele conllevar la inmediata memoria a la brillante intervención de José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, eclipsando de forma total a los otros dos oradores que compartieron el escenario en tan histórico día.

Bajo la presidencia de quien fuera colaborador de general Primo de Rivera y concejal de Madrid por la Unión Patriótica Narciso Martínez Cabezas (Valladolid 1865 – Madrid 1940) se sentó el triunvirato de oradores intervinientes en dicho acto.

Alfonso García-Valdecasas y García Valdecasas primer orador del acto en el Teatro de la Comedia.

El primero que dirigió la palabra al público que abarrotaba el aforo del teatro fue Alfonso García-Valdecasas y García-Valdecasas. (Montefrio 14 mayo 1904 – Madrid 11 abril 1993)

Abogado y político llegando a ejercer el cargo de catedrático de Derecho Civil; en su vertiente política se adhirió a la Agrupación al Servicio de la República creado por José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Posadillo y Ramón Pérez de Ayala y Fernández.

Fue elegido diputado en las Cortes Constituyentes republicanas llegando a ocupar el cargo de secretario de la comisión parlamentaria encargada de la redacción del proyecto de la Constitución de 1931.

Tras su abandono de la Agrupación al Servicio de la República y bajo la inspiración de José Ortega y Gasset creó el Frente Español, junto a José Antonio Maravall Casesnoves, Antonio Garrigues Díaz-Cañabate, María Zambrano Alarcón y otros, movimiento político que se adhirió al Movimiento Español Sindicalista junto al cual compartiría las siglas, presentándose en muchos actos como M.E.S.-F.E. que algunos autores identificaban con Fascismo o Fascio español.

Parece ser que desempeñó un importante papel en la sustitución de las siglas dando pie a la elección del de Falange Española.

Retirado de la actividad política tras las elecciones de noviembre de 1933 siguió manteniendo su vinculación con Falange.

Poco se comenta de su intervención; en muchas ocasiones, buscando la tergiversación del contenido real de su discurso, recordándose más algunas expresiones totalmente sacadas de contexto.

Exponemos la transcripción total de su intervención extraída del diario de la noche La Nación del lunes 30 de octubre de 1933.

Un acto españolista

Españoles: Por esta vez la emoción no es un tópico. Vivimos tiempos duros. Una política abyecta, cada día ha ofendido en estos últimos tiempos a España, cada día ha destrozado algo del patrimonio de España, cada día ha herido en lo más profundo las más hondas fibras de nuestro sentimiento nacional. Que estas heridas, que estos choques, que estos embates que nuestra alma nacional de españoles sufre sirva para forjarla, para darle temple; sirva para endurecerla. Entonces será bienvenida.

Vuestra presencia aquí es una promesa que se templará y endurecerá la voluntad española, para levantar de nuevo la grandeza de España. Pero es preciso también que en esta amarga experiencia que hacemos no sólo se forje la voluntad española, sino que se despierte el pensamiento español, ardiente y apasionado, trate de descubrir las entrañas mismas de la verdad de la Patria, y, descubriéndola, sepa darle la organización y el sistema que a esa verdad de la Patria se debe.

Se ha dicho que esto es un acto fascista, y yo digo que en siendo españolísimo que le llamen lo que quieran. Que, con lo fascista, que es una experiencia extranjera, podremos tener todas las afinidades y todas las coincidencias que en un futuro resulten; pero que nosotros, españoles, no queremos vivir de fórmulas extranjeras, y que no queremos exponernos a que eso del fascismo sea una fórmula más. No; queremos descubrir la autenticidad de nuestro ser. No existen recetas universales; no existen panaceas de salvación para los pueblos: los pueblos han de salvarse por sí mismos, descubriendo su propia verdad.

Nosotros, con nuestra voluntad dura, con nuestro pensamiento firme y apasionado, queremos descubrir la verdad y la grandeza españolas, y si lo hacemos volverá a haber esperanza de España.

Porque son siglos, quizás los que lleva España de vivir sin esperanza o con muy débil esperanza. Durante siglos las generaciones españolas no han hecho sino un repliegue constante ante los ataques del enemigo.

Un pueblo que perdió la fe

Este repliegue ha durado mucho tiempo; este repliegue, con conatos de interrupción, que han fracasado, ha sido constante. Los últimos Gobiernos españoles ya no tenían fe en nada; ni en España ni en sí mismos. Y cuando cayó un régimen, cuando se abatió un tronco milenario, se abatió porque no había en él savia de fe que lo vivificara; se abatió porque nada podían ofrecer aquellos hombres al afán de grandeza que sentía el pueblo español.

Pero entonces, cuando aquel régimen cayó – lo he dicho otra vez -, vino a caer España en manos de unos hombres que eran lo contrario de lo que nosotros queríamos; porque si a aquella gente del antiguo régimen le faltó fe, a estos no les movía sino la desesperación; porque si aquellos hombres no supieron moverse por un gran amor, éstos no se movían más que por el odio. Y así fraguaron toda esta podredumbre.

El engaño y sus hombres

Nos han engañado mucho tiempo; hoy nadie se puede engañar. Son los demagogos son los enemigos del pueblo; hablan siempre en nombre de él, se dicen siempre sus representantes, parecen infalibles. Dicen: el pueblo quiere tal cosa, el pueblo quiere la otra, y lo dicen cuando lo quieren ellos para sí. Dicen que sirven al pueblo, y lo que hacen es servirse de él. Son enemigos de las tradiciones. Porque en sí no llevan ninguna. Son enemigos de las jerarquías, porque donde hubiera jerarquías habían de obedecer. Son enemigos del Estado, y por eso, cuando se encaraman sobre él, podrán ejercerlo con crueldad; con autoridad nunca.

Son los hombres que siempre hablaron de libertad; pero la libertad para ellos no significaba más que una cosa: significaba para ellos ocupar el Poder y no abandonarlo. Cuando ellos mandaban decían que había libertad, y un día, al abandonar el Poder, creen que se está en la servidumbre. Pero es que, además – hay que decirlo -. El ciudadano no puede tener más que una libertad; la de ser ciudadano de una nación libre y fuerte. Siendo España fuerte y libre, fuertes y libres se sentirán los españoles; y cuando España lo era y dominaba en el mundo, los españoles se sentían libres y poderosos en todas partes. Eso en la libertad de España, y eso en la libre obediencia. Que diría Donoso Cortés, a la libre misión de España, en la que pueden encontrar su auténtica y única libertad los españoles.

La desmembración de España

Y hablo de la libertad de España, porque ellos han venido a deshacerla, han venido a disminuirla; porque han venido a poner en peligro, no ya su libertad, sino su mismo ser. Y aquí tenéis un ejemplo de lo que es la política demagógica, de cómo saben ellos perfectamente cuánto hay de falso y de hipócrita en su conducta política.

Voy a referirme, y aquí hay un hombre, un anciano, siempre joven, que ha dado una espléndida batalla (el público tributa una gran ovación al Sr. Royo Villanova, impidiendo oír el final de la frase)

Digo que los Estatutos, que son una desmembración de la Patria, esos, si los ha votado un Parlamento, no fue porque los candidatos hicieran campaña de opinión, diciendo que se iba a dar; no surgen de una campaña popular, que, si hubiera existido, habría sido criminal, pero no habría sido hipócrita; surgen de un pacto tenebroso, cuyo alcance aún no conocemos, y que tuvo por ejecutor un aborto de la raza, nacido por equivocación en Castilla.

También esto me trae a la memoria un pacto que se ha denunciado entre un demagogo socialista y elementos poderosos capitalistas, también en beneficio de otra desmembración de la Patria. No sé si en este caso lo publicado en los periódicos será verdad o mentira, ni me importa, porque otras veces ha ocurrido y otras volverá a ocurrir, porque lo mismo el socialismo que el capitalismo son dos doctrinas que se asientan en el puro egoísmo de intereses. Y como asentadas sobre el puro egoísmo de intereses nada hay sagrado para ellos, nada hay respetable para ello más que su egoísmo. Pues os digo que si son egoístas, además, tienen algo de capitalismo y socialismo que los hace para nosotros doblemente despreciables: son radicalmente. Esencialmente antiespañoles.

El burgués y el proletario

El capitalismo ha producido ese tipo humano que conocemos con el nombre de burgués. Un tipo que, si ha sido invasor en toda Europa, quizás donde menos representantes tiene es en España. Lo característico del burgués es acorazarse en su vida particular, es el enquistarse en su individualismo, el poner sus derechos privados por encima de todos los derechos y deberes públicos. Y el socialismo ha creado deliberadamente la figura del proletario, no del trabajador – ¡pues no faltaría más! -; la del trabajador es perene en la Historia. Al socialismo, a los demagogos socialistas, les ha interesado crear la figura real del proletario, del hombre desarraigado, del hombre desenraizado de toda la sustancia nacional y de todo sentido de familia y de toda continuidad en su función.

Hay dos o tres cartas, en la correspondencia de Marx a Engels, donde hablaban privadamente de la plebe, de la canalla que ellos utilizan para que hagan triunfar sus teorías. Eso es lo que ellos querían hacer del pueblo, eso es lo que les interesa.

La reforma y la contrarreforma

El gran movimiento que se alzó contra la significación de España fue el movimiento protestante, fue la Reforma luterana. Por eso España lanzó aquella formidable campaña que encabeza Ignacio de Loyola, y que se la llama la Contrarreforma. Hoy es un hecho demostrado, es cosa sabida, y no es teoría que está en libros polémicos, sino en libros de estricto valor científico, que es el protestantismo, que la moral puritana, la que, desarrollando un ánimo racionalizado de lucro, desarrolla el capitalismo tal como ha venido a formarse. Es el espíritu protestante el que inicia una larga desviación de toda la cultura europea, que en vez de persistir sustentando en el espíritu, se asienta en la dominación de la materia, y al quererla dominar y manejar consigue grandes efectos materiales; pero acaba siendo esclava suya.

Viene el socialismo como reacción, en el mismo terreno de egoísmos en que se movía el capitalismo, y viene en la filosofía un naturalismo y un nacionalismo particularista en los pueblos que van en contra de la unida católica del espíritu, que ha sido la tesis y la voluntad de España.

Viene una concepción de la sociedad, según la cual hay que dejar a cada cual que persiga lo suyo, porque del libre juego de los egoísmos individuales – dice el liberalismo -, de las leyes naturales con que cada cual persigue su propio provecho, había de resultar la armonía general. Y no es más que una transposición a otros términos; pero el pensamiento es el mismo; en la teoría socialista nos dicen que hay un hecho natural, la lucha de clases, y que de esto hecho natural va a resultar, a la larga, la sociedad armónica sin clases y sin Estado.

España volverá a marcar al Mundo las rutas del espíritu

La gran desviación del pensamiento europeo, que arrancar con el protestantismo, ha llegado hoy a sus últimos extremos, ha llegado hoy a los millones del paro forzoso del capitalismo, de esa terrible paradoja de que en medio de la más formidable prosperidad exista la más enorme miseria; ha llegado el gigantismo, que tiene por ejemplo a los Estados Unidos, modelo a su vez de la Rusia de los Soviets. Todo es puro materialismo, y para quien vea los fundamentos de la cultura en el mundo, está claro el hundimiento de uno y otro principio.

España padece hoy los coletazos de esos regímenes caducos, de esas ideologías podridas. Contra ello hemos de levantarnos, y teniendo en vista todo el panorama que se nos presenta, todas las esperanzas que se nos abren, os digo que siento clara la ruina de todo el que fue anti-España. Y España podrá volver a dar al mundo sus normas. Os digo que, si nuestra voluntad es tensa, y si nuestro pensamiento es apasionado, entonces, de nuevo, el verbo de España volverá a marcar al mundo las rutas del espíritu.

(continuará)

 

 

 


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