“Una de las consecuencias más previsibles de la nueva situación política es la llegada en masa a nuestras filas de personas procedentes de otros partidos, señaladamente de los de derecha”[1]
Premonitorias palabras que José Antonio Primo de Rivera dirigía a todas las Jefaturas Provinciales ante las circunstancias políticas derivadas de los resultados acaecidos como consecuencia de las terceras elecciones generales del 16 de febrero de 1936 durante la II República.
Con ello José Antonio se adelantaba al peligro que se cernía sobre el movimiento falangista:
“Este incremento, por una parte, apetecible, nos pone en peligro de deformación si permitimos que los nuevos núcleos, formados por doctrinas y estilos bien diferentes a los nuestros, aneguen nuestros cuadros. Todos los jefes territoriales, provinciales y de J.O.N.S. cuidarán ahora más que nunca de mantener le línea ideológica y política del Movimiento, en forma de impedir a todo trance su confusión con los grupos de derecha”[2]
Especificaba a continuación el jefe Nacional de Falange las “siguientes instrucciones concretas”, entre las cuales se encontraban las de no adoptar ninguna actitud de hostilidad hacia el nuevo Gobierno, desoír los requerimientos para formar parte de conspiraciones o proyectos de golpe de Estado, evitando a su vez la exhibición innecesaria y la involucración en cualquier tipo de incidente; mientras que establecía para los futuros militantes “que se hallen en situación económica acomodada una cuota de incorporación no inferior a quince pesetas”
Es en la quinta disposición donde establece una de las más importante y precisa de dichas disposiciones, al redactar lo siguiente:
“De ninguna manera se conferirán puestos de mando a los afiliados de nuevo ingreso, en tanto no lleven, por lo menos, cuatro meses en la Falange y hayan acreditado suficientemente completa compenetración con su estilo y doctrina”[3]
Como quedará testimoniado no fue la Jefatura Provincial de Baleares una de las que más se aplicara en el cumplimiento de las instrucciones emanadas desde la jefatura nacional.
Dejemos constancia desde un inicio que no todo el que vistió la camisa azul y lució el yugo y las flechas en la solapa o en el pecho de la camisa puede ser considerado como un verdadero falangista y que, al contrario, sí que fueron muchos los que acudieron al amparo y cobijo que ofrecía la utilización de los símbolos identitarios del nacional sindicalismo de José Antonio Primo de Rivera.
Tampoco podemos olvidar las circunstancias en las que se veía obligados a vivir los falangistas durante los meses posteriores a la llegada al gobierno de la nación por parte del Frente Popular de Izquierdas, con lo cual, la organización falangista se vio forzada a operar desde la clandestinidad y por tal motivo impelida a establecer toda una serie de disposiciones y órdenes para su subsistencia.
“Querido camarada:
Te supongo enterado de que nuestro Jefe nacional y los miembros de la Junta Política de la Falange se hallan detenidos en la Cárcel Modelo de Madrid. Esta es una medida del Gobierno, con la ingenua pretensión de desarticular a la Falange, único movimiento auténtico que, hoy como ayer, combate en primera línea por la gloria de España”[4]
Con estas palabras iniciaba el secretario general interino de Falange la citada orden mediante la cual se desarrollaban las cinco consignas a las cuales se debían ajustar los falangistas durante el tiempo que durara la persecución gubernativa desplegada desde marzo de 1936.
Merece la atención seguir el desarrollo de las consignas a las que debían ajustarse los cuadros de mando de Falange, algunas de las cuales literalmente indican:
“Controlarás las nuevas altas que se causen en la Falange, cuidando de que no se desborden los cuadros de mando”[5]
En este mismo contexto y sentido se mueven las consignas e instrucciones las impartidas desde la Jefatura Provincial de Baleares que con fecha del 2 de diciembre de 1936 en su exposición remitida a la Junta Política expresaba:
“Camaradas: Visto el gran empuje de la Falange Española de las JONS de Baleares y el aumento considerable de afiliados que acuden en tropel a nuestras filas, ante la imposibilidad de momento de comunicarles a todos e inculcarles uno a uno nuestro programa y ante el peligro que puede correr la Falange de que se desvirtúen o modifiquen sus fines empleando para ello los viejos políticos todas sus artimañas y amagos propios de su inteligencia rastrera y ruin, es preciso e indispensable se unan como un solo hombre, formando un haz indisoluble, los camaradas antiguos de la Falange, cobijándose bajo el manto de una Orden Militar que se denominará “Vieja Guardia” y la cual tendrá los fines y prerrogativas que a continuación se expresan en el siguiente articulado que constituirá el Reglamento de la indicada “Vieja Guardia”[6]
A estos temores especificados por la propia organización mallorquina de Falange en la propuesta del Reglamento de la Vieja Guardia de la Falange Balear podemos añadir la constatación y el temor expresado por el jefe Provincial en las normas generales de la Circular n.º 172 de 1936.
“En la actualidad esta Jefatura Provincial se ha enterado de que en las filas de nuestro glorioso movimiento nacional-sindicalista han entrado muchos elementos desvergonzados, antipatriotas, inmorales e indeseables a los cuales es preciso echar de nuestras filas, porque nos deshonran ante la faz de aquellos españoles que en nosotros se confiaron.
Es preciso mirar detenidamente las listas de nuestros afiliados, examinarlos uno por uno, y echar sin escrúpilos [sic] a aquellos que por su conducta moral anterior o posterior al movimiento sean considerados por las personas decentes como indeseables, o que tan solamente sean motivo de fundada murmuración”[7]
Hablar sobre Falange Española sin tener presente la verdadera situación por la cual transitaba dicha organización desde marzo de 1936 es entrar y caer de pleno en el desconocimiento de la realidad en la que se hallaban sumidos los falangistas tanto a nivel nacional como a nivel insular; en este último caso bajo el agravante de la carencia de noticias fidedignas, así como por las dificultades, por ser una isla, que aumentaban la posibilidad de una comunicación más fluida y real.
Es fácil entender la situación por la que atravesaba Falange y con ello el caos que se podía deducir como consecuencia de la persecución gubernativa que obligó a sumergirse en el denominado periodo de clandestinidad mientras que la organización política se convertía en un movimiento cuya jefatura o bien se encontraba en la cárcel o bien se veía en la necesidad de vivir bajo la constante amenaza de la detención.
Por ello, no es de extrañar que, decapitado, por así decirlo, en el movimiento nacional sindicalista fueran surgiendo lo que podríamos definir como “reinos de taifa” más supeditados a la voluntad personal del jefe Provincial o Territorial que a las disposiciones emitidas desde la jefatura Nacional.
No se puede olvidar que desde marzo de 1936 la inmensa mayoría de componentes de la Junta de Mando tanto Nacional como Provincial o bien se encontraban encarcelados o se veían obligados a transitar en la más pura clandestinidad para huir bien del acoso gubernativo, bien del exterminio físico promovido desde la izquierda.
El 23 de marzo el comisario jefe señor Roldán comunicaba, en cumplimiento del oficio del 22 de marzo y de la circular n.º 90 del ministro de la Gobernación, al señor gobernador civil de la provincia junto a la clausura del centro de Falange Española la detención de Alfonso de Zayas y Bobadilla, Antonio Nicolau Montaner, Juan Riera Cavaller, Jaime Mulet Pou y Néstor Gallego Caparros.
Se sumaba así, la territorial balear a los avatares del movimiento, tras la detención antes citada y la liberación inmediata de los detenidos tras la declaración prestada frente al juez Matías Romero Amorós[8]. Se iniciaban así las constantes detenciones que culminarían con la del viernes 17 de abril.
“En la mañana de ayer, la Policía detuvo a varios significados elementos fascistas, que ingresaron en Capuchinos. De aquellos, ingresaron por la tarde en la Cárcel, al parecer incomunicados, los directivos de “Falange Española” don Alfonso de Zayas y de Bobadilla, don José Nicolau[9], don Juan Riera y don Jaime Mulet”[10]
Llegados a los cruciales días de julio de 1936, tenemos que entender la perfecta desorganización, pese a los intentos de reconducirla, en que andaba sumido el movimiento tanto a nivel nacional como provincial, no es de extrañar que la jefatura Territorial de Baleares cayera, ante la posibilidad de ver ampliadas sus bases, en la tentación de dar por buenas la admisión de estas nuevas afiliaciones que desde otras organizaciones políticas, aun contraviniendo las directrices del mando nacional y las propias ordenes establecidas, “que en tropel acuden a nuestras filas” y con ello permitir la afiliación de esta nueva clase de falangista de aluvión.
Falange llegó al 17 de julio de 1936 sumida en un verdadero caos organizativo como consecuencia de la persecución gubernativa y por el acoso de los partidos y organizaciones políticas y sindicales de la izquierda marxista.
Es durante dicho periodo, a partir de julio de 1936, cuando se observa la desobediencia a las órdenes de la Nacional; añadamos pues a ello, la particular situación de la isla de Mallorca como consecuencia de la fallida expedición militar capitaneada por Bayo y propiciada por la Generalidad de Cataluña y el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña[11].
Tal situación es real y exacto reflejo de la problemática padecida por el movimiento falangista, pese a los intentos de José Antonio por mantener a la organización nacional sindicalista estructurada y en plena forma organizativa pero que por los motivos expuestos llevaron a hacer oídos sordos por parte de la Jefatura Territorial de Baleares.
Así, no es extraño que el torrente de nuevas incorporaciones fuera formando parte y engrosando el número de militantes, que finalmente darían cuerpo al descomunal incremento en el número de nuevos falangistas, llegados en tropel.
Ya no se trataba de un ingreso de carácter individual, más bien todo lo contrario, es en agosto de 1936 cuando desde el órgano oficial de Falange se loa el “gesto de las Milicias de Renovación Española”[12]
“Renovación Española de Mallorca, ante la divina tragedia de la Revolución Nacional que se está operando sobre el cuerpo y el alma doloridas de la Patria, ha tenido un gesto magnifico de pundonor y buen sentido patriótico que pone de relieve la alta tensión de su hispanidad. El gesto tan ejemplar ha consistido, nada más y nada menos, que el ingreso en masa de sus Milicias armadas, con su Jefe al frente, en nuestra Falange Española de las J.O.N.S.”[13]
Si esto ocurría a finales del mes de agosto, en noviembre de 1936 la Jefatura de Prensa y Propaganda hacia público el mensaje que “un grupo de significados elementos hasta ahora pertenecientes a la CEDA” había dirigido al jefe Provincial de Falange Alfonso de Zayas con fecha del 10 de noviembre y la firma de Jorge Andreu Alcover, Antonio Sabater, Gabriel Moragues, Gabriel Cortés y Juan Serra que tras una larga argumentación expresaba:
“La cruz contra el enemigo común ha de ser y es hermandad en la lucha, de armonía en la acción y de unidad en el fin. Y éste no es otro que el de la salvación de España. Los que suscriben se honran pues en dirigirse al Jefe Provincial de Falange con estas sencillas palabras.
Los antiguos milicianos de Acción Popular, firmantes del presente manifiesto, solicitan el ingreso en la Falange Española de las JONS para el puesto de honor que nuevo mando a que se somete tenga a bien destinarlos. ¡Arriba España![14]
En la misma comunicación de la Jefatura de Prensa y Propaganda quedaba plasmada la respuesta del jefe Provincial Alfonso de Zayas:
“Sin frases retóricas ni cumplidos de fórmula: Falange de Baleares os desea y os recibe con los brazos abiertos para que junto a ella y en sus filas déis todo el provecho que cabe esperar de vuestro probado valor y de vuestra actuación cívica. Desea que os confundáis con nuestros antiguos camaradas que el HAZ representativo de su signo sea un ejemplo de nuestra unión y que el yugo de la Patria cobije a todos y nos confunda en el fervor de la defensa”[15]
Es interesante observar cómo desde la jefatura Territorial de Baleares se hacían oídos sordos a las órdenes y circulares emitidas por la jefatura Nacional, y hasta las propias normas, para aceptar la entrada masiva de nuevos afiliados provenientes tanto de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) como de Renovación Española (RE).
Las siguientes referencias a la entrada masiva de afiliados ya se efectúa en fechas cercanas al Decreto de Unificación, adelantándose así a las disposiciones emanadas desde el Cuartel General del general Francisco Franco, dejando a su vez constancia de los movimientos y negociaciones realizados entre carlistas y falangistas; entre ellas se pueden enmarcar el saludo que datado el 7 de diciembre de 1936 fue publicado el 15 de febrero de 1937 bajo el título de “La Falange al Requeté de Mallorca”[16]
“Para ello, juntos irán siempre requetés y falange y contra esta unión no prevalecerán los manejos caciquiles de la rastrera y vil política asquerosa y repugnante.
Un doble abrazo de sangre y fuego dado en presencia de Dios y de la Patria une por completo al requeté con la falange. El árbol de Guernica saluda al amanecer de la Nueva España y cara al Sol recibe de éste las flechas luminosas de sus rayos de fuego”[17]
La constatación la hallamos en la orden de la Jefatura Territorial de Falange Española de las J.O.N.S. mediante la cual se constataba de forma oficial la admisión en las Milicias de Falange, eso sí, con carácter provisional y en lo referente al encuadramiento militar a los individuos pertenecientes a Renovación Española y mediante la cual “se autoriza a los miembros de Renovación Española que constan en la lista que se nos entrega con esta fecha [27 de marzo de 1937] a vestir la camisa azul llevando al lado derecho un ecudete [sic] con la cruz de Santiago con indicación de procedencia y origen monárquico.[18]
[1] Instrucciones a todas la Jefatura Territoriales, Provinciales y de las J.O.N.S. del 21 de febrero de 1936
[2] Ibidem.
[3] Ibidem,
[4] Orden del 21 de marzo de 1936.
[5] Ibidem.
[6] Exposición a la Junta Política de Falange Española de Baleares del articulado del Reglamento de la Vieja Guardia de Baleares.
[7] Circular n.º 172 de 1936 del jefe Provincial de Baleares a todos los jefes locales y militantes.
[8] Juez de Primera Instancia del Distrito de la Lonja de Palma de Mallorca.
[9] Pensamos hace referencia a Antonio Nicolau Montaner, secretario Provincial.
[10] Diario Correo de Mallorca del sábado 18 de abril de 1936.
[11] Entidad creada el 21 de julio de 1936 por el presidente de la Generalidad Lluís Companys Jover (1882 – 1940) por las presiones ejercidas por los anarcosindicalistas de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y la Federación Anarquista Ibérica (FAI)
[12] Aquí estamos… Órgano oficial de Falange Española de las J.O.N.S. de Baleares del 29 de agosto de 1936.
[13] Ibidem.
[14] Diario Correo de Mallorca del lunes 16 de noviembre de 1936.
[15] Ibidem.
[16] Aquí estamos… Órgano oficial de Falange Española de las J.O.N.S. de Baleares del 15 de febrero de 1937.
[17] Ibidem.
[18] Diario Correo de Mallorca del jueves 1 de abril de 1937.
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