Jaime Mulet Pou (1909 – 1937), miembro de la Vieja Guardia de la primera hora, destacó como una de las figuras fundamentales en la consolidación de Falange Española en Palma de Mallorca. Su compromiso con el movimiento quedó evidenciado cuando se convirtió en uno de los tres firmantes del escrito que acompañaba a los Estatutos para el registro oficial del partido en la isla, junto a Pedro Juan Pujol Abraham y Bartolomé Cirer Verd.
Nacido en Palma en 1909, Mulet Pou cursó sus estudios en el Colegio de La Salle y posteriormente en el Instituto General y Técnico de Palma. Desde temprana edad, demostró una gran vitalidad y afición por el deporte, destacando en la natación, disciplina en la que alcanzó el subcampeonato de Baleares en los 100 metros estilo el 11 de octubre de 1931. Su espíritu intrépido también lo llevó a incursionar en el mundo taurino, participando como novillero en un festival benéfico a favor de la Cruz Roja el 20 de septiembre de 1936.
Falangista convencido desde los inicios del movimiento nacionalsindicalista en Baleares, Mulet Pou se convirtió en uno de sus miembros más activos, participando en diversas acciones de propaganda y organización. Su militancia le llevó a soportar el peso de las detenciones durante el convulso periodo de 1934 a 1936. Se le recuerda por su presencia constante en las calles de Palma, ya fuera vendiendo el periódico F.E., pegando pasquines o cumpliendo funciones de vigilancia y seguridad, especialmente ante las amenazas de violencia lanzadas desde la Casa del Pueblo contra la sede falangista de la calle Santiago Russiñol.
Las detenciones y sus pasos por la Comisaría de Policía se hicieron habituales. Junto a otros falangistas de primera hora como Juan Barbará y Fraterno Juan, fue arrestado en diversas ocasiones por la colocación de carteles y la organización de actividades de protesta. En enero de 1936, fue uno de los principales organizadores de la Huelga de Estudiantes en la Escuela de Comercio, junto a Miguel Gascón y donde su intervención incluyó el encierro de un portero en un cuarto, lo que le valió una nueva detención. Su papel en la revuelta estudiantil consolidó su reputación como un activista decidido y combativo haciéndose pasar por estudiante de Medicina.

Su participación en reuniones clandestinas también le trajo consecuencias. En marzo de 1936, fue arrestado en Manacor bajo la acusación de tenencia ilícita de armas y pasó 18 días en el Depósito de Detención de Manacor. Sin embargo, en mayo del mismo año fue absuelto de dicho cargo. Con la escalada de tensiones políticas, las autoridades de Madrid emitieron una orden general que condujo a la detención de los principales dirigentes de Falange. Mulet Pou fue encarcelado inicialmente en la Cárcel de Palma, liberado brevemente, y posteriormente detenido nuevamente y trasladado al Castillo de San Carlos, donde permaneció recluido durante 64 días.
La situación dio un giro el 19 de julio de 1936, cuando fue liberado junto a otros falangistas y se alistó de inmediato como voluntario en el levantamiento cívico-militar contra el Gobierno del Frente Popular. Durante la resistencia contra el desembarco de la expedición catalana en Mallorca, participó en la defensa de la isla, especialmente en el frente de Porto Cristo. Tras la retirada de las fuerzas invasoras, colaboró en la liberación de la isla de Ibiza, consolidando la presencia falangista en el archipiélago.
En 1937, fue trasladado a la Península, donde, ya con el grado de alférez habilitado, se alistó en la Legión dentro de la VI Bandera. Su participación en la defensa de la Ciudad Universitaria en el frente de Madrid le permitió demostrar su valentía en combate. Posteriormente, fue herido en la defensa de las posiciones en la provincia de Toledo, acción que le valió la concesión colectiva de la Cruz Laureada de San Fernando, una de las máximas distinciones al valor militar. Luego fue destinado a Granada y, finalmente, trasladado al frente norte, concretamente a Asturias.

En septiembre de 1937, al mando de su sección, Jaime Mulet Pou participó en un asalto a la bayoneta contra las defensas enemigas en las inmediaciones de Ribadesella. Durante la acción, cayó en combate herido por una bala explosiva, dejando un legado de militancia, entrega y compromiso con su causa. Su historia se inscribe en las páginas de la Falange mallorquina como la de un hombre que, desde la primera hora, dedicó su vida a su ideario y luchó hasta el último instante por sus convicciones.
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